Los hombres no lloran
O cuando la energía femenina del hombre fue enviada a un cuarto oscuro
De una conversación esta tarde, en la terraza del bar donde paso el fin de semana, una casa de campo entre bosques y campos maravillosa.
Éramos cinco personas. Cuatro hombres y una mujer. Combinación bien extraña aquí. Pues la mayoría de la gente que viene aquí son de sexo femenino. Parece un cuento, pero no lo es. Y sabemos que el Yoga, y todas las gimnasias, y talleres alrededor del crecimiento personal, son desarrollados mayoritariamente por mujeres.
Pareciera que sólo a ellas les interesa la riqueza del mundo interior, que todos poseemos; y así es en realidad.
Después de dos horas de conversación seguida, de temas de salud, personales casi todos, una charla muy enriquecedora surgió. Con toques de frases que se pueden enmarcar en un cuadro. Fruto de la espontaneidad del momento, y de un día soleado, seco, fresco para la época del año.
Los hombres no lloran me sirve para hablar de la traición, que alguien, o un cúmulo de circunstancias antropológicas, han llevado a la mitad de la población mundial, al menos a la Occidental, y quizás a la asiática, a una frase hecha. Los hombres no lloran.